jueves, 12 de abril de 2012

Vélez: el equipo modelo del fútbol argentino


¿Cuál es exactamente, el factor que necesita un equipo para ser modelo? ¿El trabajo en divisiones inferiores, y por ende su autoabastecimiento? ¿Repetir un once inicial en casi todos los partidos que disputa? ¿Mantener una identidad de juego constante? ¿Obtener éxitos deportivos a nivel títulos? ¿Completar grandes campañas? ¿Mantener su economía en orden?

Vélez y su identidad.
Vélez Sarsfield, reúne los cinco requisitos que se mencionan en el párrafo anterior. Su tercer puesto en el ranking mundial de clubes, sólo por detrás de Barcelona y Real Madrid, no hace más que argumentar las palabras anteriores. Es que si bien, es muy probable que Vélez no sea el tercer mejor club del mundo, es sin duda un reconocimiento a un trabajo a largo plazo que viene realizando la dirigencia, por encima de los nombres.

Es difícil marcar un punto de partida para semejante ciclo. Quizás, el principio de los éxitos ‘velezanos’ sean las victorias con Carlos Bianchi primero, Piazza después y finalmente Bielsa en el banco de suplentes. Aquel Vélez ganó todo. Torneos locales, Copa Libertadores, Copa Intercontinental, Supercopa. Todo lo que había en juego, fue a parar a las vitrinas de Liniers.

Otros, remarcan que el comienzo del éxito como institución, se dio con Carlos Ischia en el banco y Raúl Gámez en el sillón de Presidente. Obteniendo el famoso ‘campeonato económico’.

Los menos, aseguran que fue Miguel Ángel Russo el gestor de un lustro lleno de luces como fue el que vivió Vélez a partir de 2005, con pequeñas manchitas en los pasos de La Volpe y Tocalli, pero que no terminaron de opacar el brillo del juego Fortinero.

Lo cierto, es que Vélez tiene todo para ser lo que es hoy según la IFFHS: el tercer mejor club del mundo. El actual equipo de Ricardo Gareca, además de continuidad de trabajo en divisiones inferiores, en donde todos los entrenadores tienen pasado como jugador del club, cuenta con uno de los mejores predios de la Argentina, como es la Villa Olímpica, para realizar sus trabajos diarios.

Gareca, asumió como técnico en la última lavada de cara grande que tuvo Vélez. La victoria de Raffaini en las elecciones, y la asunción de Bassedas como mánager, le permitieron al ‘Tigre’ cumplir uno de sus sueños: dirigir al club de sus amores.

Con su llegada, vino la renovación de plantel. La llegada de jugadores como Maxi Moralez, Hernán Rodrigo López y Sebastián Domínguez, entre otros, le dieron un salto de calidad y jerarquía que el plantel no contaba. A partir de allí, la historia es conocida.

Un campeonato (el del Clausura 2009) opacado por un error arbitral en el último partido ante Huracán, en Liniers, fue el inicio de una nueva era. Tras cuatro años, Vélez volvía a ser el rey del fútbol argentino. La última vez, había sido con Russo en el banco, y con un equipazo formado por jugadores como Sessa, Cubero, Somoza, Gracián, Rolando Zárate, Jonas Gutierrez, y Bravo entre otros.

Lucas Pratto y su festejo de gol en México.
El primer Vélez de Gareca era un equipo sólido y efectivo, pero lejos estaba del juego exquisito que demostraba aquel Huracán. La gran diferencia entre ambos, eran el principio y el final de cada equipo. Mientras Vélez tenía un arquero que se lucía cuando lo llamaban a actuar como Montoya, Huracán tenía a Monzón, que tenía más pinta de hincha que de arquero. Y mientras Vélez tenía de ‘9’ al goleador del campeonato, López; Huracán tenía a Nieto, que iba a contramano de la sutileza que generaban Pastore y Defederico.

El error de Brazenas marcó aquel Clausura 2009 para siempre, y seguramente, le sacó mérito a Gareca y los suyos por el título obtenido.

El proceso continuó, y para la Copa Libertadores 2010, Vélez ilusionaba a medio mundo. Seis delanteros de primer nivel como Martínez, Silva, Caruso, Zárate, López y Cristaldo eran la carta principal de los de Gareca para ilusionar a su público y posicionarse como candidato para obtener el trofeo internacional.
La ilusión se rompió pronto. Octavos de final fue, paradójicamente, el final. Vélez cayó estrepitosamente ante Chivas en México por 3 a 0, y el 2 a 0 a favor de local no le alcanzó para forzar la definición por penales.

Lejos de caerse, el conjunto de Liniers intentó mantener lo bueno y mejorar lo malo. El juego cada vez era más fluido, y los once ya salían casi de memoria. Barovero y Montoya se disputaban el arco; Cubero, Domínguez, Otamendi y Papa eran la línea de cuatro más utilizada por Gareca; Cabrera alternaba en la derecha del mediocampo, y Somoza, Zapata y Razzotti compartían mitad de cancha generalmente. Adelante, Moralez era el encargado de conducir al equipo, y la dupla uruguaya Silva – López era, por lo general, la carta goleadora de ‘El Fortín’.

El Apertura 2010, dejó a Vélez al borde del campeonato, y le permitió encontrar –definitivamente- el equipo base para afrontar todo lo que venía. Ortiz ingresó por el ya jugador del Porto, Otamendi. Martínez fue la gran aparición del semestre, y terminó siendo goleador con Silva de todo el torneo. Entre los dos, consiguieron 20 goles, y de no ser por la habilidad táctica de Sabella, también hubieran conseguido el campeonato.

Vélez tenía identidad. La identidad necesaria para transformarse en un gran equipo. Los laterales sabían cuando y cómo subir, sobretodo Papa. La línea defensiva marcaba más cerca de mitad de cancha que de su propia área y la delantera era fantásticamente letal.

El arribo de Augusto Fernández le entregó una dosis de sorpresa necesaria, con la que el conjunto de Gareca no contaba. Y a partir de allí, se vio lo mejor de éste equipazo. Un partido, resume un semestre casi perfecto. La victoria por 4 a 0 en el Único de La Plata ante Estudiantes es la síntesis perfecta de éste análisis acelerado del Vélez modelo 2000 en adelante.

Toque, sorpresa, buen juego y mucho gol. Augusto Fernández llegaba al fondo cada dos por tres, y no lo hacía por compromiso, sino que cada vez que lo realizaba, lo hacía bien. Moralez llegó a su pico máximo como conductor, gambeteador y pensador. Martínez se tornaba imparable para cada defensa rival, al igual que Silva, que a ésta altura era sinónimo de gol.

Un penal, justamente errado por Silva, le imposibilitó a Vélez la chance de cerrar el semestre perfecto. El uruguayo tomó carrera, se predispuso a quemar a Sebastián Sosa. Pero cuando tuvo que afirmarse para rematar, se resbaló, y con el resbalón se fue la ilusión Fortinera de volver a ser campeón de América. Vélez se quedaba en las semifinales de la Copa Libertadores ante Peñarol, quizá injustamente.  Ya no estaba Somoza, que se había ido a Boca en el comienzo del ciclo Falcioni, pero sí aparecía Canteros. Un pichón de crack, que demostraba que un buen cinco es aquel que quita y distribuye, pero que un cinco excelente es el que además de cumplir esas dos funciones, hace jugar a su equipo.

En el medio local, no hubo ningún penal que le impidiese salir campeón del Clausura ’11. El segundo título de Gareca al mando del club. Éste triunfo, además de una nueva estrella, traería a la institución de Liniers el reconocimiento al trabajo, algo que seguramente para ‘El Tigre’ vale más que cualquier título.
Vélez era –y es- el mejor equipo del fútbol argentino, por lejos. Un equipo logra ser tal, cuando sus jugadores rotan y en el rendimiento no se nota. Vélez era eso. Un equipo con todas las letras.

El Apertura 2011 parecía ser el final de un ciclo. Ya comenzado el torneo, luego de ganarle a Banfield en el José Amalfitani por 3 a 0, Vélez perdió dos piezas clave. Silva y Moralez emigraron para jugar en el fútbol italiano. Si bien se notó la ausencia de dos de los mejores jugadores del plantel, esto no le impidió a los de Liniers llegar a una nueva semifinal de un torneo internacional. Ésta vez fue la Copa Sudamericana, la que se escapó cuando la luz al final del túnel ya era visible. Liga de Quito lo eliminó tras ganarle en Ecuador y en Buenos Aires. Pero Vélez volvió a demostrar que un proyecto a largo plazo está por encima de los nombres.

Ricardo Gareca, DT desde 2009
Para el 2012, decidió remplazar a sus dos figuras emigradas recientemente con Federico Insúa y Mauro Óbolo. ¿El resultado? Lo mismo de siempre. Vélez sigue jugando igual, o mejor. ‘Pocho’ se adaptó a su nueva función, llegando al gol seguido y haciendo jugar a su equipo. Óbolo se encuentra en una pequeña racha negativa, como las que tienen todos los delanteros, pero eso no le impidió tener un gol por partido de promedio en los primeros cuatro cotejos del semestre. Además, la incorporación de Lucas Pratto, hace que no se sienta tanto la sequía del ex Arsenal.

El tiempo dirá si los cambios le dieron resultados en cuanto a títulos a los de Gareca. Lo cierto es que Vélez cambia todo, pero funciona igual. Cambió de presidente, de jugadores, de esquemas, de ideas… pero nunca de identidad. Seguramente sea eso, la identidad, lo que haya llevado a Vélez a ser lo que es hoy: el tercer mejor equipo del mundo para la IFFHS, siempre con su estilo de juego bien marcado, de la mano de su proyecto y su identidad.

Ditulis Oleh : Lucas Solís Nicolaevsky // 22:58
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