Un equipo posee una identidad de juego que atraviesa el paso
de los años. La actualiza y redefine con un cuerpo técnico, logrando una
versión mejorada de la misma. En tres años, sale subcampeón de Champions League
dos veces, en la misma posición finaliza también durante dos años y consigue
llegar a la final de Copa de Liga durante tres años consecutivos. Sin dudas, un
proceso exitoso, al cual le falta la frutilla del postre: ganar.
Un DT hace historia bajo una filosofía de juego (y de vida)
en una entidad que ha trabajado durante 20 años en la manera su forma de ser.
El entrenador logra explotar las condiciones de muchos jugadores que hasta allí
habían mostrado su talento en grandes dosis, pero nunca de manera continua. Así,
en cuatro años, no baja de semifinales de Champions –con dos títulos-, del
segundo lugar en Liga –con tres títulos-, ni de Cuartos de Final de Copa del
Rey –dos títulos. Tampoco renuncia a su filosofía ganadora en las competencias
extras: dos Supercopas europeas ganadas, dos Mundiales de Clubes ganados, tres
Supercopas de España en las que también salió victorioso.
El primero, es el Bayern Munich. El segundo, es Josep
Guardiola. ¿Qué los une? Mucho más de lo que nosotros creemos. Desde que Pep
ingresó al paro, fueron varios los conjuntos que se postularon como candidatos
a tenerlo sentado en el banco durante la próxima temporada. Los petrodólares
del Manchester City iniciaron una competencia feroz de euros ante los dólares
congelados del ruso Abramovich, dueño del Chelsea. Berlusconi sacó chapa de capomafia e intentó seducirlo con la
historia del Milan. En Brasil lo invitaron al carnaval, para intentar convencerlo
de que cambie el buzo de entrenador por el traje de seleccionador. Desde París
se ilusionaron con tentarlo a través del dinero. Y en Alemania, se jugaron una
ficha a la identidad.
Cualquier equipo que decidiese elegir Guardiola, sería un
panel repleto de miel con sabor a desafíos. Entregarle una nueva identidad al
Chelsea, triunfar en Europa con el City, reemplazar a Ferguson en el United,
hacer grande al PSG o intentar hacer historia con la identidad del Bayern
Munich, devolverlo a los primeros planos mundiales definitivamente, y con
mérito.
Éste último, resultó el desafío más seductor para Pep.
Similar al Barcelona, y tras salir de Barcelona. ¿Por qué? Ha dejado una vida
en Barcelona. No sólo profesional, sino también personal. La altísima vara que
se le ha colocado tras tantos éxitos vestido de blaugrana lo invitan a que su
próxima parada sea exitosa. El Bayern es el más grande de Alemania, y se
encamina a conseguir un nuevo título de la Bundesliga. Lejos de ser una liga
que se gana automáticamente, plantea seguridades
que la actual Premier, o el mismísimo Calcio hoy no tiene. ¿Cobarde por
ello? Lejos. El gigante bávaro no apunta sólo a dominar su liga interna. Las
frustraciones en Madrid en 2010, pero especialmente en Julio pasado, ante el
Chelsea en Munich, por las finales de Champions League, han transformado al
torneo en una obsesión para los dirigentes alemanes. Ganar la Champions con el
Bayern, luego de 13 años, es un gran reto para Guardiola.
En la filosofía cotidiana, el Bayern es parecido al
Barcelona. Y allí, entre optar por un par de millones más (cobrara 17 anuales,
aunque el City o el Chelsea se estiraban hasta 22) y exponerse ya; o cobrar un
par de millones menos y trabajar a mediano plazo como en la etapa culé, para
conseguir un triunfo europeo que resultaría histórico; Pep ha optado por ésta
última. Y lo bien que ha hecho.
En características de juego, el Bayern posee una plantilla
que se adecúa a la filosofía de Guardiola. Laterales que pasan al ataque, un mediocampo
que controla la pelota y una delantera que varía entre la velocidad y la
efectividad. Jugadores como Lahm, Schweinsteiger, Robben, Javi Martínez o Tomás
Müller; parecen hechos a la medida del juego de Guardiola. Quizás, el principal
factor de duda se encuentra en el centro de la defensa y el ataque. ¿Utilizará
Pep un 9 de área? ¿Y defensores centrales que no sean tan dúctiles con el
manejo de pelota a la hora de salir desde atrás?
Otro factor interesante que plantea el Bayern Munich para
seducir a Pep Guardiola, es la billetera. Claro. Lejos de quedar relegado por
la identidad histórica, el patrimonio económico del club es más que importante.
Actualmente, es el cuarto club que más ingresos posee a nivel mundial con 368,4
millones de euros[i] y le
ofrece a Guardiola salir al mercado con 290 en la billetera. Dinero más que
suficiente para fichar un jugador por línea de primer nivel.
Al fin y al cabo, de aquí hasta el 1 de Julio –día que asuma
formalmente Pep Guardiola- se harán dos mil teorías sobre el nuevo estilo de
juego del conjunto alemán, bajo la dirección técnica de Pep. Él ya eligió, y
dentro de la cancha, intentará dar su por qué.