jueves, 1 de mayo de 2014

Los cimientos del Atlético de Simeone


21 de Diciembre de 2011. Atlético de Madrid perdía por 1-0 con el Albacete en el Vicente Calderón y quedaba afuera de la Copa del Rey en dieciseisavos de final. Dos días antes, Diego Pablo Simeone le presentó su renuncia como DT de Racing al recién asumido como presidente, Gastón Cogorno, por no sentirse valorado luego de haber obtenido un meritorio segundo puesto en el Apertura de aquel año.

Desde que Cholo se retiró como jugador, se supo que en alguna ocasión iba a dirigir al Atlético de Madrid. Esa ocasión se hizo realidad a principios de 2012. Simeone aceptó la oferta de Enrique Cerezo, y el 7 de enero debutó en el banco del Atleti con un empate en La Rosaleda ante Málaga. A partir de allí, quien se había destacado con el 14 en la espalda durante el doblete Colchonero en 1996, le trasladó a aquel equipo insulso que miraba de reojo los puestos de descenso, la identidad que necesitaba.

El famoso sentido de pertenencia se hizo presente en el Atlético del entrenador argentino. Los 11 que generalmente deambulaban por la cancha, pasaron a dejar sangre, sudor y lágrimas antes de entregar algún punto al rival. De a poco, el Colchonero dejó de ser un plantel con buenas individualidades como Falcao, Diego o Godín –por citar algunos- y pasó a ser un equipo.

Atlético de Madrid. Un equipo.
Una buena segunda mitad de Liga fue la base de un equipo que arrasó en Europa League, dando muestras sobradas de carácter en complejas visitas a Roma para jugar con Lazio y hacer que un 3 a 1 a favor resultase corto, a Mestalla para defender una diferencia de dos tantos a favor o a Turquía, en cuartos de final, para vencer al Besiktas por un contundente 3 a 0. La final, en Bucarest, fue un reflejo de la nueva mentalidad del equipo: duro pero letal. Una rápida ventaja de 1-0 con un fenomenal Falcao, la paciencia para saber soportar los embates del Athletic de Bilbao, y la contundencia del delantero colombiano, terminaron de sentenciar el partido antes del entretiempo. En el complemento, Diego decretó el 3-0 con un lujo de jugada.  

El ADN que hoy lo distingue, comenzó a tomar forma. Courtois pasó de ser un gran proyecto a estar entre los mejores arqueros del mundo en la actualidad. Juanfran fue el lateral aguerrido que marca pero que a la vez colabora en ataque, al igual que Filipe Luis; mientras que Diego Godín y Joao Miranda se convirtieron en una de las mejores parejas de defensas centrales del mundo. Las luces del mediocampo se las llevaba Diego, que se fue al finalizar aquella temporada; lejos de apagarse, la luminosidad se trasladó a otros integrantes de la plantilla, como el turco Arda Turán o el gran Koke, que de golpe pasa a ser una opción más que considerable para la Selección Española de cara a Brasil 2014.

Tras su paso por Italia, en donde entrenó al Catania, Diego Simeone dio por aprendida la famosa lección del ‘equilibrio’. En sus primeras experiencias en Argentina, el Cholo se caracterizaba por ser un entrenador desequilibradamente ofensivo. Sus equipos quedaban demasiado expuestos en situaciones claves, lo que terminaba complicándole partidos vitales como aquel River – San Lorenzo, por la vuelta de los octavos de final de la Copa Libertadores 2008, en donde ganando 2-0 y con dos hombres de más, Simeone apostó por la verticalidad “para liquidar el encuentro” y terminó quedando eliminado.

Luego de una temporada 12/13 en la que cumplió 2 de los 3 objetivos, con victoria ante el Real Madrid en la final de la Copa del Rey incluida, el equipo de Simeone se preparó para afrontar la temporada que termina resultando bisagra. Los Colchoneros volvían a la Champions League, y deseaban que la Liga deje de ser para 2 y sea para 3. Ya sin Falcao, pero con pocas incorporaciones de renombre pero si la mantención de la base de las temporadas anteriores, Simeone logró armar, con sus armas, el equipo perfecto.



El Atlético de Madrid de Simeone es el ensamble perfecto de ese equilibrio que se le reclamaba al Cholo en la Argentina. No se puede catalogar de defensivo a un equipo que rompe records goleadores de su propia historia. Tampoco se puede catalogar de equipo Bielsista al Atlético de Madrid que salió a jugar en el Camp Nou por la ida de cuartos de final de Champions League ante el Barcelona, o ante el mismo Barça en el Vicente Calderón por la 19ª fecha de la Liga Española.

Al fin y al cabo es un equipo, y eso es lo más importante. El Atlético se encolumnó detrás de una férrea línea defensiva, un sacrificado mediocampo que nunca descarta jugar y una voraz alma goleadora en Diego Costa. Fue la mezcla perfecta. La garra de Godín, los reflejos de Courtois, la claridad de Koke, el brillo de Arda y los goles de Costa, son los tesoros que más brillan en éste Atleti. Con ellos como estandarte, el equipo de Simeone compitió en los tres frentes hasta el final. A tan sólo tres partidos de la finalización de la liga, está a seis puntos de coronarse campeón.  Quedó eliminado en semifinales por la Copa del Rey ante el Real Madrid, en lo que fue quizá el momento más duro de la temporada. Logró la histórica segunda clasificación del Atlético de Madrid a una final de Champions League, en la que intentará tomarse revancha de su vecino en Lisboa.

Más allá de cómo termine la aventura de Los Guerreros del Cholo en ambas competiciones, lo de Simeone es para colgar en un cuadrito. Con los cimientos de aquella plantilla desalmada, armó un equipo que se metió en el top 3 de los mejores del mundo en la temporada 2013/14. Seguramente, la del Cholo sea la mejor demostración de la famosa pregunta “¿Por qué es tan importante el entrenador?”

Simeone ha logrado cambiar el pensamiento de un equipo desmotivado por uno que necesita ganar para seguir viviendo. Este Atlético de Madrid lucha por cada victoria como lo haría cualquiera de nosotros por un vaso de agua en pleno Sahara. Esa misma línea de 4 que sufrió ante el Albacete en 2011, es la que hoy se hace impenetrable ante el Barcelona.




Cholo ha mostrado todas sus credenciales de DT. Sobre sus cimientos, el sacrificio, el equilibrio, el convencimiento y nunca perder de vista el otro arco. Quedará la incógnita de cómo manejará Simeone, en un futuro, una plantilla de 500 millones de euros; una oportunidad que tarde o temprano se le presentará. Hoy rechazó una oferta del prestigioso Manchester United para iniciar su cambio de ciclo; en España dicen que le dio su palabra a Cerezo para continuar un año más. De ser así, el desafío más cercano será convencer a todos sus Guerreros de ir a por la gloria –tan cercana en la actualidad- una vez más. Se sabe, no es lo mismo convencer de ganar a alguien que nunca ha ganado, a convencer de seguir ganando a alguien que ya lo ha obtenido todo. Será otra arista que se le presentará a Simeone para demostrar que, en muchos casos, el entrenador es lo más importante. 

Ditulis Oleh : Lucas Solís Nicolaevsky // 17:35
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